Entrevista con Julio Sanchez Pérez, autor de Casas de papel.

El título de tu libro es: “Casas de papel”. ¿Por qué lo elegiste? ¿Qué significa? 

 Es un comentario de un periodista en el 17 de julio año 1953 en un periódico de falange denunciaba las condiciones en las que se Vivian en Verdún este periodista era Luis Marsillach.

Padre del dramaturgo Adolfo  Marsillach en ese artículo denominaba las viviendas del gobernador. Como Las casas de papel .

 

 

¿Por qué decidiste crear tu obra? 

 Se han escrito varios libros sobre Verdún, pero yo quería dar mi punto de vista, Como vecino del barrio ya que nací aquí, hoy mi hermana vive en calle Góngora, en nuestra casa de siempre, y mi participación durante las movilizaciones de los años 70.

 

 

¿Qué resaltarías de tu libro? 

La información y los datos que doy y la ilusión de hacerlo.

 Y que es un libro de Verdún desde Verdún.  

 

¿A quién le dedicarías tu obra: “Casas de papel”? ¿Por qué? 

 Se la dedico al señor Antonio un bravo luchador de los años 70 una gran persona y a mis amigas Adela y Sole que también, fueron guerreras para mejorar nuestro barrio.

 

¿Estás pensado en escribir algún libro más? Si es así, ¿Qué tipo de libro sería? 

Si varios uno seria sobre el más allá un libro que refleja mi experiencia durante dos de los cuatro infartos en los que me diagnosticaron que estaba muerto.

 

 

 

Entrevista con Francisco Navarro, el autor de los compases del solo.

¿Cómo un licenciado en Derecho pasa a ser un escritor de relatos?

 
Comencé la carrera de Derecho muy joven. Me costó acabarla. Me licencié y ejercí como letrado poco tiempo. No era lo mío. Dejé la escritura de demandas y recursos por los pinceles, no se me daban mal ya desde pequeño. De vez en cuando escribía cosas para mí, una especie de diario con reflexiones acerca de la sociedad, los medios de comunicación, la revolución tecnológica, la cultura de masas, y la soledad como colofón de todo eso. Empecé a escribir relatos sin dejar de pintar. Recientemente los leí con ojos de lector y… me gustaron, me gustaron más que cuando los escribí. Hice una selección, corregí algunas cosas y me decidí a publicarlos.  
 

¿Cómo fueron tus comienzos en esta aventura literaria que es escribir un libro?

Si la pregunta se refiere a la voluntad de publicar entonces mi aventura empezó antes de ayer. El año pasado colgué uno de mis relatos en las redes sociales, a pequeños trozos, y gustó. Antes enviaba artículos a periódicos, eran cartas al director. Me las publicaban, pero no se me pasaba por la cabeza ir a por un libro de relatos. 
 

¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?

Me motivó a escribir la lectura de muchos libros y las ganas de inventarme historias que no encontraba en ninguno, personajes en los que poder volcar mis inquietudes, modelarlos a mi antojo para plasmar en ellos mi pensamiento crítico.
 

¿Qué escritor o libro te ha influido en tu trabajo como autor?

Imposible decir uno solo. Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, La guerra del fin del mundo, de Vargas Llosa, los Cuentos de E.A. Poe, las obras de Michel Houellebecq… mi vena humorística se nutrió de las novelas de Álvaro de Laiglesia.
 

¿Qué es lo que te aporta la escritura?

El gusto de matar el tiempo ingeniando historias con algún sentido.

¿Cómo ser productivos a la hora de escribir un libro?

 

-Establece una rutina:

Los expertos dicen que son necesarios 21 días para establecer, modificar o romper un hábito.

Por eso lo mejor es dedicar un rato diario a escribir, y evitar de lleno la siempre tentadora procrastinación.

No es necesario escribir demasiadas palabras cada día y no es necesario hacerlo siempre a la misma hora, pero sí es necesario hacerlo todos los días.

El establecer una rutina hace que la maquinaria literaria se mantenga bien engrasada y, sobre todo, siga funcionando también durante todo el tiempo que pasamos lejos del ordenador o del cuaderno.

Así, cuando llegue la hora indicada y nos volvamos a sentar a escribir, las palabras brotarán de un modo más fluido y más dirigido que si lleváramos días sin abrir el grifo de nuestra creatividad.

Planifica tu objetivo:

Es difícil que aprovechemos nuestro tiempo al máximo si no sabemos qué es lo que queremos sacar de cada una de nuestras sesiones de escritura.

Por eso es muy importante hacer un pequeño esquema en el que anotemos qué sensaciones queremos transmitir en la escena en la que estamos a punto de ponernos a trabajar.

El objetivo de esta planificación es doble: por una parte conseguiremos escribir más palabras en el mismo tiempo al no tener que pararnos a pensar cada dos por tres cómo podríamos seguir ahora, y por otra lograremos que eso que hemos escrito necesite menos correcciones que si lo hubiéramos escrito más a la ligera.

Evita cualquier distracción:

Internet es un lugar maravilloso que nos permite tener acceso a recursos de los que no hubiéramos podido disfrutar de otro modo… pero también es una gran fuente de distracciones.

Y no nos referimos sólo a desconectarnos del correo electrónico y de las redes sociales como Twitter o Facebook, sino que también de los diccionarios en línea, los buscadores de sinónimos, las enciclopedias electrónicas, etc…

Ya tendremos tiempo de corregir todos los datos incorrectos y todas las palabras con las que no estamos del todo contentos una vez terminada la primera versión del manuscrito.

 

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