Entrevista con Santiago Gallo, autor de Lo que aprendí extrañando a Marina.

El título de tu libro es bastante curioso, ¿lo elegiste por algo o alguien en
especial? ¿Quizás Marina sea real?

Por supuesto que existe una Marina, real y verdadera. Una razón por la cual comencé
a escribir, y por quien, como consecuencia, este libro fue concebido. Alguien con quien
compartí mucho, una relación y parte de mi vida. Sentimientos, sobre todo. Pero,
como bien explico en la introducción del libro, el título no hace alusión solamente a
ella.
La Marina del título es también la personificación del verbo extrañar. Se puede
extrañar a una pareja, a un padre, a un amigo/a. Se puede extrañar un momento, un
lugar, una idea.
Si bien en el título hay un nombre en concreto y la portada elegí ilustrarla con un
rostro, me gustaría invitar a cada lector a que convierta la aventura en la suya, que la
reforme y le ponga, cada quien, un nombre y un rostro, con sus vivencias compartidas,
con sus propios momentos y con su historia personal. Lo invito a extrañar a alguien, a
alguien suyo. ¿Y, por qué no? A aprender, también.
 

En tu libro hablas de tu carrera literaria, y dices que aún no está clara, ¿sigue
así? ¿sigue siendo un misterio?

Este libro me lleva hacia una dirección la cual nunca esperé que recorrería, pero que
siempre anhelé poder transitar. La idea nació casi de improviso o de casualidad, por
consejo y propuesta de un querido amigo. Esa idea comenzó a incubarse en mi cabeza
y mutó en proyecto, el cual se convirtió en realidad gracias al apoyo de mucha gente
en general y de Azur Editorial en particular, que me apoyaron y alentaron a realizarlo.
Si bien me formé en una carrera audiovisual y por supuesto me encantaría avanzar
también por ese camino, no descarto que este pequeño paso sea el primero de varios.
Obviamente, tengo una libreta llena de garabatos y esbozos de ideas que esperan
ansiosas ser alimentadas y exploradas.

¿Ya tienes planes para más obras literarias? Si es así, ¿seguirás escribiendo
poesía?

Creo que uno nunca deja de escribir poesía. O, mejor dicho, siempre está en proceso
de escribir poesía. Poemas cortos, de una frase, poemas largos. En verso o incluso en
prosa. Poesía clásica y también este nuevo boom de poesía de redes sociales. La poesía
existe y uno siempre se encuentra pensando, sino apuntándola. Lo difícil es
compartirla. Y un libro de poesía comienza con esa decisión de desnudar el corazón y
los sentimientos hacia cualquier persona que quiera tomar ese libro en sus manos y
leer esas palabras, que muchas veces, más que escribirlas con tinta, se escriben con el
alma misma.
Por supuesto que continuaré escribiendo poesía, pero también me atrae la narrativa,
la novela. Siento que tengo historias que contar, mundos que crear y universos que
pueden fluir desde mi imaginación hacia las páginas. Será cuestión de esperar que
alguno tire más fuerte. O llegue primero.

¿Por qué dices que contemplar el desastre de un alma despedazada te ayudará
a darle nueva forma?

A diferencia de las piezas de un rompecabezas, donde cada una tiene su lugar
predeterminado, no intercambiable, imagino los pedazos de esa alma desparramada

como los Legos de un niño a punto de jugar y construir con ellos. Un niño que no ve
piezas de plástico, si no pequeñas partes de algo nuevo, algo maleable y dispuesto a
tomar la forma que ese niño desee.
Nosotros somos ese niño, no observando el alma rota como si de un plato destruido se
tratase, sino, en cambio, contemplando lo que puede comenzar a moldearse. Y eso
sólo se logra estudiando los materiales con lo que uno cuenta, con todos esos
pequeños ladrillos que hay en el suelo.

De entre todos los poemas; ¿Cuál es tu favorito? ¿Por qué lo es? ¿Qué significa
para ti?

Bueno, cada uno es único en su manera. Cada uno nació debido a un momento y
sentimiento especial. Y siento a todos y cada uno que me representa por alguna razón.
Todos tienen su particularidad. Está el que aprecio porque fue el que primero escribí;
el poema que surgió cuando estaba en mi momento más oscuro; el que me mostró
que hay una salida de ese túnel y también está el poema que tuve que reescribir
muchas veces porque no terminaba de comunicar lo que quería transmitir.
Pero si hay uno que siempre releo con orgullo y emoción es Creo. Ese poema es el que
comparto cada vez que alguien me pide “que lea algo que haya escrito”.
Creo tiene esa magia de no sólo exponer sentimientos, sino también fortalezas y
debilidades. Hay un dejo de confianza y también vulnerabilidad al momento de
compartir con alguien lo que crees y defiendes, no solo lo que sientes. Eso me atrae
mucho del poema que concebí. Una especie de plantar cara y decir “Esto soy, Esto me
mueve, Esto me sostiene”, porque al mismo tiempo estás demostrando tus partes
blandas, tus puntos frágiles. Descubriéndolos y descubriéndote al mismo tiempo.
De nuevo, quizás no sea mi favorito, pero es uno de los que más aprecio le tengo.

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